25 oct 2010

Oda a una puta I

Decía el gran escritor
que con mujer no es convivir
posible sino sin sentir
por ella verdadero amor.

Pero tal es no considerar
la virtud de alguna otra
cuyo amor jamás se agota
si fondos quedan para gastar.


Engruesan sus ingresos
estas harpías mujeres
a despecho de conejos
en concepto de alquileres.

Hacen cuanto quieres
y sobrepasan los excesos
de la decencia de esos
que ni siquiera las merecen.


Por eso menester de sabios
es afianzarse apuesta segura,
que es la que más perdura,
después del pintalabios.

Y laméntese la mujer cuanto quisiere:
¡Ay, que mi marido ya no me quiere!
Pero señora, su gesto genuflexo
no satisface a su marido tanto como el sexo.

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