15 dic 2010

Tarjeta de visita

Estancado de conocerle.
No puedo revelizarle mi nominaleza,
mas le diré que mi única finalidura es complacerle.

26 oct 2010

Oda a una puta II

Puta. La recuerdo perfectamente.
Puta, puta y puta. ¡Mil veces puta!
Tan puta era que usaba micrófono en cada conferencia
y se deleitaba con su monólogo… debajo de la mesa.

Empezó de becaria hace cinco años
y a las dos semanas ya tenía despacho.
Y eso que nunca estuvo dispuesta a quedarse en bragas…
porque no llevaba, digo, que bastante tapaba la falda.


¡Menuda puta! El jefe la adoraba
(normal, ella se la adobaba)
y todo el despacho babeaba
cuando, meneando su culo, se paseaba
y llegaba a mi mesa, me ponía toda la cesta
y susurrando decía “A mi despacho, Iniesta”.

Y lo curioso del caso es que no me llamo Iniesta,
pero creo que eso fue chiste de ella,
que metió la «h» por medio sin darme yo cuenta,
como le pasó con su jefe estando de dependienta.


Maldita puta… La más puta de entre las putas,
que más tenía de puta que de mujer
y hasta más de bebedero de pato,
porque lo suyo no era el recato, no.

Para ella, “Sutileza” era una marca de condones,
aunque tampoco estaba segura,
porque siempre corrían a cuenta del jefazo,
que para algo era él quien tenía los contactos.


Cacho puta. Que puta eres, puta fuiste y puta serás.
Puta, puta y puta, nada más que puta.
Yo estaré en el paro por tu culpa,
pero al menos soy un hombre digno, ¡pedazo de puta!

25 oct 2010

Oda a una puta I

Decía el gran escritor
que con mujer no es convivir
posible sino sin sentir
por ella verdadero amor.

Pero tal es no considerar
la virtud de alguna otra
cuyo amor jamás se agota
si fondos quedan para gastar.


Engruesan sus ingresos
estas harpías mujeres
a despecho de conejos
en concepto de alquileres.

Hacen cuanto quieres
y sobrepasan los excesos
de la decencia de esos
que ni siquiera las merecen.


Por eso menester de sabios
es afianzarse apuesta segura,
que es la que más perdura,
después del pintalabios.

Y laméntese la mujer cuanto quisiere:
¡Ay, que mi marido ya no me quiere!
Pero señora, su gesto genuflexo
no satisface a su marido tanto como el sexo.

3 oct 2010

Descanse en paz

Un alma por otra,
moneda de cambio…
De cambio vacío,
de cambio en vano.

La que huye, anciana,
no es de este siglo.
La que nace, despierta,
vivirá uno baldío.

El llanto corrompe
el bello rostro
del ángel gitano
y la sangre negra
que hierve, que arde,
fluye en este baluarte
de promesas y mentiras
y gritos olvidados.

Ríe socarrona la luna
con su sonrisa burlona.
Las estrellas la acompañan
en esta noche de sombras.

Tus ojos azules
brillan con lágrimas
de añoranza y tristeza,
de melancolía funesta.

Ven a mi lado, pequeño,
no llores más.
Acógete a mi regazo,
tierno, cálido, seco,
y olvida tus penas
de pobre diablo,
de triste mortal…
¡Ay, ángel alado!

13 sept 2010

No me sueltes [por M.O.M.]

Ya, por fin sucedió:
volviste a mi cama
y no sé qué es peor,
que me robaras el alma
o que se congele mi voz.

Cierto es que te abracé
y también que te besé,
pero en mi cama te dormiste
y yo te sonreí, delante de ti,
sin que me vieras suspirar
porque por fin volviste
y me costaba respirar.

Cara de ángel apoyada
miraba al viento por la ventana,
llegaba hacia mí el perfume de tu cuerpo,
que me dejaba sin argumento.


No te vayas, quédate,
quiero volver a poder
sentirte cerca de mí, sin miedo
a que desaparezcas por el cielo;
quédate, quiero amarte,
que lo demás son cosas aparte.

Volverás, estoy seguro;
vendrás, no lo dudo;
porque quiero hacerte feliz
no se admite ni un desliz,
bastantes hubo este fin de semana
y cuando te fuiste por la mañana
no pude creer que te tuviera
por una noche sin luna llena...

1 sept 2010

Tardes de cine

Un sencillo gesto y te tendría a mis pies. Con sólo dos palabras doblegaría tu alma y una más bastaría para conquistar tu corazón. Te susurro palabras envenenadas al oído y tú te dejas embriagar por el empalagoso aroma de cada sílaba mientras nos fundimos en uno y entierras tu tierna cabeza en mi pecho sólo para escuchar la cadencia de mi corazón, el ritmo de mi respiración.

Con sólo una mirada sé qué quieres: a mí. Me deseas. Quién sabe si es amor o simple encaprichamiento. Me devuelves la mirada con carita de cordero y te sonrío tranquilizador. Unos ojos tan bonitos no están hechos para llorar, o eso pienso yo.

No hay excusas ni explicaciones para mi actitud. Simplemente es así: estamos tú y yo en tu casa, abrazados como una pareja cualquiera, haciéndonos mimos y poniendo carantoñas. Y tú sonríes. Qué delicia. Tus ojos brillan mientras te acaricio el pelo y el único sonido es el de nuestros alientos acompasados y los latidos acelerados de nuestros corazones.

Sólo un movimiento y nos estaríamos besando. Un roce casual. Un simple giro para atravesar las barreras de lo prohibido. Una caricia invisible. Y tú sabes que no podemos, que no debemos, pero no puedes resistirte a mi encanto, mi perfume, mi canto de sirena. ¿Quién sabe cómo acabará esto? Sólo sé que no es amor. Y sin embargo, lo es…

30 ago 2010

Despertar

Lo único que soy capaz de recordar son imágenes difusas, como de un mal sueño producido por una borrachera que tampoco recuerdo.

Recuerdo patines, una carrera desesperada tras el autobús número siete por las calles de Madrid. Los chascarrillos entre conductores me hastiaban mientras trataba de no quedarme atrás.

También os recuerdo a vosotros, dos atractivos y exóticos jóvenes recién llegados de Austria. El moreno pudo tener mil nombres en la calle, pero como su amigo dijo "Yo siempre preferiré Vincent".

Respecto al rubio... ¿qué puedo decir? Ni siquiera recuerdo su nombre, pero sí ese regusto dulce y melancólico que quedaba tras pronunciarlo.

Vincent, crujiente y viril, satisfacía los antojos de lenguas impávidas y cuerpos fríos aun desnudos.

El otro, tierno y cremoso, solía pasar las tardes paseando solo por el centro de la ciudad, deleitándose con pequeños placeres: un paisaje hermoso, una conversación elocuente, un simple viaje en autobús...


Esos tiempos se acabaron y ahora estamos los tres en una cama desconocida. Vincent ya no es Vincent (otra vez), pero él, al menos, está tranquilo. Su amigo y yo nos abrazamos, aterrados, y la cálida sensación del mutuo apoyo nos embarga.

"Gracias por estar aquí" susurra tiernamente con su delicioso acento. Le miro. Las lágrimas se deslizan por mi cara mientras sonrío y meneo la cabeza. "Te quiero". Me mira. Ahora él también sonríe y nos besamos con dulzura. Juntos afrontaremos lo que sea: nos tenemos el uno al otro.

16 ago 2010

Él

Te encuentras lejos y donde debería estar mi corazón sólo hay un vacío inexpugnable que me hace temblar y llevarme la mano a mi dolorido pecho mientras me pregunto por qué.

Las tardes de diversión se arremolinan en mi mente, obnubilándola con imágenes tiernas y tentadoras: un roce furtivo, una mirada discreta, una sonrisa cómplice o un simple guiño pícaro; una caricia oculta, un abrazo a oscuras o un suave y fugaz beso en el que siento desvanecerse mi mundo mientras tu lengua se deshace en mi boca como el más exquisito de los caramelos y mi alma pena de agonía.

Tú y yo, seres de mundos tan sumamente distintos, sutiles perros falderos el uno del otro, unidos por algo a medio camino entre el amor puro e inocente y la pasión más puramente viciosa y ardiente. Nos ocultamos a plena luz con pullas, luchas e insultos, aun cuando la atenta mirada pueda captar los destellos —las chispas de una tensión sexual no resuelta— que la luna límpida revela, mostrando la esencia verdadera de nuestras almas cuando tu fría indiferencia se esfuma en un haz de luz plateada que nos descubre intercambiando besos de amantes.

Llegados a este punto, me cuestiono cómo llegamos a esto y el recuerdo de aquella noche de verano en la playa me embarga con el agridulce aroma del secretismo. Aún éramos unos chiquillos, ¿y qué? Había cariño. Había atracción. Y, sobre todo, había voluntad. El único ingrediente restante fue una fría mañana de Semana Santa cuya niebla vela todavía los primeros besos fogosos que algún día culminarían en nuestros cuerpos desnudos bamboleándose en un frenético vaivén de sudor, placer y también mentiras.

Pero ahora te encuentras lejos de mí y la distancia se me antoja nimia comparada con el invisible abismo que nos separa. Quizá en otra ocasión. Quizá en otra vida.

Camarero, la cuenta.

20 jul 2010

Mono travieso

Un tarrito de luciérnagas
recién cogidas de las ciénagas
ardientes de tu corazón,
duro como una armazón
de acero blindado,
jamás amado,
jamás querido,
sólo deseado.

Ambicionado tesoro,
valioso como el oro,
cuchara plateada
de platea dorada,
entre gritos
y pitos
y susurros
a ratitos.

¡Qué travieso mono!,
el rey del abandono,
valiente cobarde
que entre llamas arde,
solo, sin canción,
sin emoción,
sin melodía
ni pasión.

Sólo un muñeco de trapo,
apenas un jirón de harapo,
un pequeño espía,
un jarrón de agua fría,
un amante que crece,
se envanece,
vuelve corriendo
y después desaparece.

Un ser poco corriente,
casi un muerto viviente,
que no vive en vida
sin que ésta sea ida,
porque no ama,
sino trama;
porque no siente,
pero brama.

Porque no quiere,
sólo hiere;
porque no padece,
pero palidece;
porque no conoce
ni observa.
Sultán del goce,
señor de la guerra.

12 may 2010

Importancia capital

El avión había aterrizado hacía dos horas y León aún esperaba con un pie apoyado en la pared y otro en el suelo embaldosado. La paciencia nunca había sido su virtud, hecho que su gesto ceñudo corroboraba con sólo mirarle a la cara, sutilmente escoltada por dos mechones rebeldes que se descolgaban de su flequillo castaño claro. Los ambarinos ojos escudriñaban las salidas en busca de un rostro conocido mientras los músculos de sus considerables antebrazos quedaban surcados por un mar de venas, tal era la fuerza con la que cruzaba los brazos. Con una camiseta corta blanca cubierta por un simple chaleco y unos tejanos agujereados, no dejaba de llamar la atención entre la gente común del aeropuerto, que, al reparar en su intensa mirada, prefería desviar la propia de inmediato.

- ¿Esperas a alguien?

Sorprendido, León buscó la misteriosa voz de acento sureño y fijó su vista en un muchacho que se había sentado sigilosamente a su izquierda. El peculiar joven vestía una camiseta descolorida y unos vaqueros estrechos que revelaban el contorno de unas piernas delgadas, pero con cierto atractivo. La apretada camiseta, cuyos colores representaban la bandera inglesa, marcaba el prominente pecho del muchacho, con lo que, en líneas generales, el chico resultaba bastante sugerente.

- Creí que no vendrías.

El pintoresco joven rió con su voz suave y musical y se puso en pie. Era algo más corto de estatura que León, pero no por ello menos atractivo, pues su morena piel relucía con el reflejo del sol y su pelo, bastante más corto de lo habitual, se movía ligeramente y no sin cierta gracia con cada movimiento de la cabeza.

---------------------------------------------------------------------------------

Los dos chicos entraron en la habitación del insignificante hotelucho y Asier cerró la puerta; dejó la maleta a un lado, se pasó la mano por el pelo y fue al cuarto de baño mientras León inspeccionaba minuciosamente las dependencias temporales de su amigo. El cuarto no era demasiado grande, con un horrendo papel tapiz cubriendo todas las paredes hasta prácticamente alcanzar el techo desconchado. La moqueta, más negra que morada, presentaba numerosas quemaduras de cigarrillo y alguna que otra mancha permanente sin identificar. Pero la palma, decidió, se la llevaba el estampado de las cortinas, a juego con el edredón de la cama de matrimonio. En general, el cuadro era tan deprimente que León no sabía si reír o llorar.

- Muchas gracias por todo. Ha sido un día fantástico.

Con el pecho al descubierto, Asier salía del cuarto de baño con la camiseta al hombro. Tras pasar suntuosamente por delante de León, se sentó al borde de la cama y comenzó a desvestirse bajo la disimulada mirada de reojo de su amigo. Realmente tenía un cuerpo muy provocativo, pensó éste. Sin embargo, desechó tal pensamiento de inmediato y también él comenzó a quitarse toda la ropa hasta que ambos se quedaron sólo con la ropa interior. La escena resultaba a ambos bastante erótica, a pesar de las circunstancias, pero León consiguió salir de su ensimismamiento para ponerse la parte inferior del liviano pijama de verano. Los dos chicos se metieron en la cama y el silencio se hizo tras un casi inaudible “Buenas noches”.

---------------------------------------------------------------------------------

- León, ¿estás despierto?

No hubo respuesta. Sin embargo, Asier intuía que, despierto o no, su respuesta nunca habría sido contestada por su amigo. En medio de la oscuridad, sentía el roce de su cálido cuerpo en contacto con el suyo, lo cual le provocó un escalofrío inmediato que le recorrió de pies a cabeza y le dejó una sensación de hormigueo a lo largo de toda la columna vertebral. Muy lentamente, acercó su mano al pecho desnudo de León y se deleitó con las sinuosas formas de su fuerte tórax, acariciando cada centímetro de piel con sus hábiles dedos mientras todo su cuerpo se estremecía. Finalmente, no fue capaz de seguir resistiendo la apremiante tentación y posó delicadamente sus finos labios sobre la pequeña boca de León hasta que sintió la presión de una mano fuerte en su espalda.

- Asier…

- Lo siento.

- No, pero… ¿Por qué…?

- Lo siento, lo siento.

El seductor moreno giró el cuerpo y enterró el rostro en la almohada para derramar unas lágrimas amargas. Estupefacto, León trataba de encontrar sentido a lo que acababa de suceder.

- Asier…

- Ya te he dicho que lo siento.

- Mírame… Vamos, mírame. Por favor…

Al fin, Asier volvió su rostro hacia el chico de pelo castaño y éste contempló anonadado las lágrimas que resbalaban desde los enrojecidos ojos de su amigo. Sin poder evitarlo, el moreno le besó nuevamente sin que él opusiera ningún tipo de resistencia.

- No está bien… Esto no está bien…

- Lo sé, lo siento. Te quiero.

- Asier… Tengo pareja, ya lo sabes.

- No puedo… Yo… Lo siento.

- Deja de repetir eso.

- Es que…

- ¿Qué?

- …que yo… yo te quiero.

- No podemos…

- Dímelo. Dime que no me quieres.

- Asier, yo no…

- Que me lo digas.

- No… no puedo.

- ¿Por qué?

- Porque… yo también te quiero.

Sin darle tiempo a asimilar la revelación, León atrajo al moreno hacia sí y le besó con vehemencia, a lo que el otro respondió estrechando su cuerpo contra el suyo en un tierno y apretado abrazo. Entre besos cada vez más apasionados, las manos de ambos recorrían sus cuerpos, subiendo y bajando por las espaldas o enredándose en sus cabellos. León introdujo una mano en el pantalón de Asier y comenzó a acariciarle con delicadeza mientras su compañero cubría de besos su cuello y pecho soltando sordos gemidos de placer. Finalmente, el chico de pelo castaño le quitó el pijama y el moreno hizo lo mismo, quedando los dos en ropa interior, lo cual indudablemente evidenciaba la tremenda excitación de ambos. Sin perder un momento, León se libró de la poca ropa que le quedaba a su amigo y comenzó a besar tiernamente su pecho…

---------------------------------------------------------------------------------

A la mañana siguiente, Asier se despertó a causa de los primeros rayos de sol que se colaban por la ventana. Con una sonrisa de inocente felicidad en los labios, se giró para contemplar el angelical rostro de su amante. Sin embargo, no había nadie más en la cama, sólo una nota sobre la almohada. El joven alargó una mano temblorosa al trozo de papel y leyó varias veces la única palabra escrita en él. “Perdóname”. Aún con el pequeño manuscrito en el puño, Asier se llevó las manos a la cara y las lágrimas comenzaron a brotar inexorablemente de sus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? ¿Por qué? ¿Por qué…?

20 abr 2010

Cuando...

Cuando se apaguen todas las luces y quedes en la oscuridad…
Cuando te encuentres perdido y no sepas adónde ir…
Cuando el aire se enrarezca y no puedas respirar…
Cuando todo parezca perdido y no tengas a quién acudir…
Cuando nadie te comprenda y necesites llorar…
Cuando estés deprimido y no quieras vivir…

…yo seré tu candelabro, luz y guía.
…yo seré tu casa, hogar y compañía.
…yo seré tu aliento, alma y vida.
…yo seré tu puerto, compañero de huida.
…yo seré un hombro, desahogo sin ira.
…yo seré tu motivo para vivir cada día.

15 abr 2010

Marinero

Vela, vela, velero,
achica agua, marinero.
Cruzando el mar traicionero
como Estigia cruza el barquero.

Oteando el horizonte entero
recuerda el clima casero.
Mirando el reloj muñequero
añora el amor sincero.

No hay lugar para un hetero
en el vasto mar, marinero.
Aleja el recuerdo pasajero
y asume esta vida altanero.

Vela, vela, velero,
achica agua, marinero.
Cruzando el mar traicionero
como Estigia cruza el barquero.

14 abr 2010

Atrapado

Atrapado en un mundo de inconsciencia materialista, de infinita ignorancia que, como un agujero negro, nos absorbe el seso y acabamos convertidos en una masa amorfa y heterogénea, estandarizadas nuestras creencias, igualadas nuestras ideas, cohibidos nuestros anhelos.

La censura idiosincrásica de la España autárquica reaparece en nuestro subconsciente para acabar con cualquier brote de ingenio o genialidad y nada de lo poco salvable parece trascendente o provechoso.

Atontados, asistimos contemplativos a la nueva era de la desinformación, en la que el tonto es el rey y el sabio ni existe, porque la sociedad coharta su desarrollo intelectual e impide cualquier tipo de filosofía, no sea que la gente se ponga a pensar y...

Sin cultura, sin educación; sin personalidad ni ideas propias, atrapados en un mundo de inconsciencia materialista, de infinita ignorancia, de estupidez supina. Un mundo corrompido, abandonado, desechado. Un mundo que no es para mí.

5 abr 2010

Hasta otra

¿Sabes esa sensación de hormiguita mientras observas las constelaciones del firmamento en una noche cualquiera de verano? Me gustaría poder decir que mis versos amargos son capaces de acabar con el caos presente, tenue reflejo del tiempo pasado perdido, pero la realidad es que debo conformarme con una parcelita bajo el sol, un cuaderno gastado y un boli mordisqueado. Ah, y ceras de colores. Siempre me gustaron las ceras de colores.

La claridad de tu sonrisa trasciende al tiempo cual paradigma de lo divino, iluminando esa graciosa nariz que siempre te acomplejó. Dos estrellas se ríen socarronas aún hoy que no me ves y yo ya olvidé cómo llegar al País de Nunca Jamás, pues enfermé de locura y acabé tomando el té con una liebre parlante y un pintoresco vendedor de sombreros.

Abro mi pequeño tarro de luciérnagas y sólo encuentro un espeso mejunje de olor dulzón y, a la vez, salado, como lágrimas de mermelada o miel de sollozos olvidados. Y es entonces cuando me pongo a pensar en todo lo que fue, en lo que podría haber sido, en lo que nunca será... Y dos palabras que danzan en mi mente aparecen y se repiten una y otra vez hasta producirme jaqueca. Tan simple como dos palabras, casi un adiós, apenas un suspiro... Hasta otra.

24 mar 2010

Eres

Eres el sol justo antes del ocaso, anaranjado, misterioso, reconfortante… y justo después llega la oscuridad.

Eres como el ave fénix que resurge de sus cenizas o como un tierno beso bajo la farola más brillante de tu calle.

Eres agua, una descarga, sólo música. ¿Puro pop?

Eres libre en tu prisión, cariñoso en tu bordería… Perfección imperfecta.

Eres luz, un bicho raro… Una luciérnaga.

Eres sorprendente, espontáneo, diferente. Eres tú. Y ya es “otra”, pero sólo para ti.

21 mar 2010

XXX

Juraste ante mi altar,                 
Oh, ángel fatal,                            
No hacerme ningún mal.               

De amores fallidos                       
A destinos cumplidos;                  
Nunca creí merecer tan                
Intensos castigos.                        

Juega, juega conmigo                   
O anúnciate mi amigo.                 
Revuelve mis entrañas,                
Gana todas mis batallas,              
Enseña tus agallas.                      

Mírame a los ojos,                       
Indígnate si no me sonrojo.         
Gáname con arrojo y nos             
Uniremos en una sola mente, que
El alfabeto no miente:                 
La N siempre sigue a la M.          

30 ene 2010

¡Fustígame!

¡Ódiame!
¡Despréciame!
¡Fustígame!

¡Azótame con fuerza,
blande tu espada blanca
frente a mi rostro
y desgarra mi carne de pecador!

Quiéreme y ódiame,
sólo así seré feliz.
Así debe ser... ¿Es así?

21 ene 2010

Un filósofo en un café

Siempre que remuevo el café recuerdo la grave voz de mi padre diciendo que lo correcto (o, como diría mi madre, lo protocolario) es hacerlo en el sentido de las agujas del reloj. Pero estas manos mías que apenas me pertenecen se niegan a obedecerme y la burlona sonrisa del café se pierde entre remolinos de nata y canela. El local está abarrotado y desde mi sitio puedo ver a una joven en la barra bebiendo tranquilamente mientre hojea un libro de poesía. La verdad es que es bastante guapa, con mejillas levemente sonradas y el etcétera de su largo cabello recogido en una trenza. No se parece en nada a los grotescos esperpentos de mi sitio habitual. Creo que desde que la miro hasta el café sabe mejor y la silla se me antoja el trono de un rey. Me gustaría acercarme y decirle algo, pero mi cobardía me lo impide y me limito a erosionar mi cuchara con vueltas y más vueltas a contrarreloj.

Ella se levanta de la barra y se dirige a la puerta, aún con sus ojos de diamante prendidos del libro. Y un vistazo, una leve ojeada en mi dirección... Y sonríe, pero no con esa macabra mueca sarcástica a la que estoy acostumbrado, sino formando una media luna entreabierta con sus labios, con los ojos brillantes, como parte de una greguería que no termino de comprender. Sonríe entre parentésis, con una pícara mirada entrecomillada tan fugaz que por un momento creí que sólo estaba en mi mente. Qué guapa es... Tiene que ser mía.

20 ene 2010

De esperpentos en la sombra

Como niebla espesa
entre sombras de ensueño
se deslizan cual sueño
ilusiones funestas.

Una figura marcha
y lenta avanza.
No camina, sino danza
entre rocío y escarcha.

¡Un dos, un dos!
¡Y zis y zas!
Avanza más
sin miedo en voz.

Que este asalto lo gana vos
no lo discuta ni el propio Dios.

16 ene 2010

Reencuentro

Caía la noche en el pueblo milenario y me dirigía con paso firme y seguro hacia la única taberna de la zona, situada en el cruce de Road Valley y St. Mathews. El descampado que servía de aparcamiento estaba poblado de coches viejos y camionetas. Me detuve ante la puerta y me atusé el pelo azabache, tan apropiado para un morador de la noche. El tacto del pomo metálico me pareció cálido al contacto y sonreí ligeramente con ironía. Al abrir la puerta, tintineó la campanilla y todos los parroquianos se giraron al instante para mirarme. Con una nueva sonrisa leve, me senté cerca de la puerta.

De repente, me di cuenta de que la camarera me miraba muy intensamente. Parecía incluso idiota en su absorto, pero a mí me hizo gracia. Creo que lo sabía. Cuando salió de su ensimismamiento, se acercó con paso vacilante hacia mi mesa con un bloc de notas y un bolígrafo en la mano. Al fin, consiguió articular un tartamudeante “¿Quiere tomar algo?” y, tras pensármelo unos instantes, le pedí una copa de vino tinto. Una irónica salida. La chica rubia asintió y, tras anotarlo, se alejó medio corriendo, medio volando hacia la barra.

Enterré el rostro entre las manos y me puse a pensar. Perdido en mis cavilaciones, una escena se formó espontáneamente en mi cabeza y me vi atrapado en una repentina espiral de progresiva inconsciencia.


Estaba en el lago Blake y la chica rubia me acompañaba. Aún llevaba el ridículo uniforme del tugurio. Al parecer, la noche había caído y se podía oír el canto triste de algún grillo en la lejanía. Acercándose lentamente hacia mí, pude notar la atracción que yo ejercía en ella y el empalagoso olor del sol sobre su piel.

- No deberías jugar – dije sin previo aviso, medio divertido.

No era consciente de estar hablando y, sin embargo, las palabras parecían salir solas de mi boca.

- ¿Quién juega? Además, jugar es… divertido. – Acercándose más y más a cada instante, sonreía con un brillo extraño en sus ojos. Lujuria.

- Ah, pero puedes salir malparada, ya sabes…

- Hum… Me arriesgaré. Seguro que merece la pena.

Estaba alarmantemente cerca, pero no sentía esa incomodidad que me solía embargar cuando uno de ellos se me acercaba tanto.

- Eres una chiquilla inconsciente. Me gusta. – Sin apenas darme cuenta, me pasé la lengua por el labio superior. Parecía tan apetitosa…

- Bésame.

Perdí el control. Ella tenía algo que me atraía, un hipnotismo desconocido para mí. Al momento, mis labios estaban pegados a los suyos y todo lo que nos rodeaba empezó a volverse difuso y desaparecer.


Me desperté de un sobresalto y con la respiración agitada. Miré a mi alrededor para comprobar si alguien había notado mi ausencia, pero al parecer nadie se había fijado o no daban muestras de que fuera así. Simplemente me miraban de reojo como a un monstruo, un marginado, un fuera de lugar. Pero estaba acostumbrado. No me importaba lo que pudiesen pensar esos imbéciles paletos.

- Su vino, señor. – La chica se me quedó nuevamente observando expectante, casi ansiosa.

- Así que eres tú… - Musité. – Es un placer volver a verte.

8 ene 2010

Present [por M.O.M.]

Cuando él estaba en soledad,
pidió a la luna algo más;
tres deseos realizó
de los cuales uno invisible se cumplió;

una divinidad le concedió
un imperdible sueño que valoró;
una infinita satisfacción se creó
y con sus cadenas plateadas recibió
un tesoro increíble que duró...

...doce meses sonaban en el viento;
con su mente siempre en movimiento
una llave regaló, para poder abrir su corazón;
en todos los idiomas éste oía
grandes diferencias que a la vez se parecían.