27 abr 2011

La Chica del Hacha

Estrambótica.
Psicotrópica.
Su labor, filantrópica.


Con los rizos tintos de vino
y la mirada perdida,
la Chica del Hacha avanzaba
por la sexta avenida.

Nadie sabía su nombre,
pues nadie lo precisaba.
Todos conocían su oficio,
pero nadie la estorbaba.

No era cosa de indiferencia,
tampoco de puro vicio.
Aquellas gentes lo sabían:
no cabía ningún juicio.


Abogada excelente había sido,
eso también lo intuían
al ver su toga raída
con puñetas que se descosían.

Y, a pesar de todo esto,
ella vagaba desvaída
de puerta en puerta, de casa en casa,
recolectando cada vez una vida.

Y nadie se atrevía a rechistar,
no por miedo a la jasa.
Ella sólo mataba
a los ya hundidos en la basa.


Estrambótica.
Psicotrópica.
Su labor, filantrópica.

A.M.

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